La ruta de la vida que inicia en nuestro nacimiento, nos lleva y eleva a entender que venimos de manera temporal a este mundo. El camino lo vamos construyendo y vamos a paso firme recorriendo experiencias, vivencias que nos fortalecen para agarrar vuelo y seguir adelante.
Cuando se nos presenta la muerte de un ser querido o de alguna persona importante en nuestra vida, sentimos de cerca a ese silencioso ser. Quiza nos da miedo, o evadimos su tema o presencia.
Lo cierto es que la muerte viene de la mano desde que nacemos. Entender su misión es parte de andar el Camino. Andando por la vereda de la vida, vamos trazando día a a día un buen morir.
Recordar a los seres que ya partieron de nuestra vida terrenal, es quizá volver a sentir el dolor que nos causó su partida y al mismo tiempo es honrar su memoria con alegría y alabanzas del amor que nos enseñaron a sentir para vivir con gracia y regocijo.
Soltar una lágrima está bien...en memoria de nuestros santos difuntos.
Un fuerte abrazo!
-Ana
Ana B McParland-González
Psicoterapeuta y consultor
(516) 494-0877
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